martes, 31 de mayo de 2011

¿Algo que objetar?



Cuida la ortografía
Procura cuidar la ortografía en tus textos. Las faltas son a tus artículos lo que las notas disonantes a la mejor composición musical. Por eso en los grupos de medio pelo siempre es el cantante el único que moja.
Dividiremos los errores ortográficos entre los que te pegan un puñetazo en la nariz y los que estropean el ritmo, aunque en realidad cualquier tipo de falta ortográfica termina destrozando el ritmo y la moral del lector avezado.
En la primera clase se encontrarían palabras como “esquisito”, “umilde”, “expectador” o “vevida”. Cagadas de ese tipo te desacreditan directamente como escritor y rompen completamente el ritmo de la lectura, entre otras cosas porque el lector va a pensar que si hubiera un carné de escribir a ti te lo deberían haber quitado hace tiempo. Cosas como “ginete” o “imberosímil” deberían costar doce puntos de una tacada. Aunque creas que vas bien, lo mejor para todos es que no salgas a conducir un artículo en esas condiciones.
En la segunda clase, aquellas faltas que básicamente rompen el ritmo de lectura, se encuadran cosas como los diferentes usos del por-qué (junto y separado), el si-no y las maravillosas posibilidades de acentuación de cuandocomo , quiendonde y por-que. Algunas de ellas harán que te retiren un par de puntos del carné y otras dejarán al lector cavilando sobre lo que realmente querías decir, abortando en cualquier caso su carrera hacia la risa.
fuente http://www.elsentidodelavida.net/como-escribir-bien

Cap. 3: Sin miedo a sentir

Cap.3: sin miedo a sentir.


Volví a casa en cuanto me aseguré de que Noelia iba a estar bien. Subí los escaloncitos de la entrada arrastrando los pies y giré la llave en la cerradura .Solo dio una vuelta, lo que suponía que mamá estaba en casa. La encontré de pleno al entrar. Estaba sentada con la cara inexpresiva y las ojeras que iban ganando terreno en su cara, día a día. Había adelgazado alarmantemente... nadie diría que era la misma de antes.
-Hola mamá.- solo me miró, con esa mirada que suele ir acompañada de una sonrisa, pero no, no le quedaban de esas. Me recordé a mi misma que debía seguir tratándola de convencer para que fuera al médico, pero en vez de decirle nada le di un beso fugaz en la mejilla y subí a mi habitación.
Ni siquiera me puse con los deberes, ya se los pediría a Noe. Dejé los zapatos sobre la alfombra que por cierto me habían costado un riñón. (Los zapatos, claro, la alfombra era de las baratas del ikea, de esas que te cuesta creer lo que ves cuando miras la etiqueta). Con el dedo del pie le di al play y minutes to midnight empezó a sonar. No tenía ningún sueño, más bien ganas de salir y divertirme. Que ya era hora.

Leo estaba sentada en la arena. Le encantaba sentirse así. Se le estaba haciendo tarde pero en cierto modo daba igual, nadie le iba a echar la bronca como a cualquier adolescente normal, ventajas que una tiene cuando se pertenece a una familia a la que se calificaría de disfuncional sin problemas. Acarició la arena con los pies descalzos, y dejó que el sonido de las olas le acariciase a ella.

Sergio paseó los dedos por las cuerdas, una a una, por las seis, nostálgico. Su habitación parecía extrañamente vacía, y ya era hora de intentar, (al menos intentar) arreglarlo. Les sacudió el polvo. Era sorprendente la cantidad que se podía acumular en tan solo tres meses. Puede que ya fuese hora de volver a usarla, cogió un bolígrafo y se puso a escribir. A escribir, a tachar, borrar... Una a una las notas, y también los dedos iban encontrando su posición, la adecuada para que fuese como debía ser para ella. Única. Eva.

Noelia, en casa, sonrió, Eva tenía razón. Leo no era la persona más indicada para dar consejos, ella no conocía a Adri, aunque conociendo su historial era mejor así mientras más lejos de un tío mejor. Prefería hablar con él y que le explicase las cosas.

Como si hubiese estado escuchando Leo marcó el número de Adri. Tenía ganas de hablar con él, pero lo pensó mejor. Le mandó un mensaje y apagó el móvil, así le sería técnicamente imposible poner una excusa para no quedar esa noche, y para ser sinceros... tenía muchísimas ganas de verlo. Además la arena podía llegar a ser una alternativa interesante.

Mi mal humor iba en aumento, estaba encerrada en casa, concretamente en mi cuarto, y para colmo a mi madre le había dado otro de sus ataques de nostalgia. (De ahí que no saliera de mi cuarto... cuando mamá llora, llora lo suficiente como para dar dolor de cabeza a la mitad de la población mundial)¿Pero es qué esa mujer era tonta? Yo la quería muchísimo, pero ¿nunca iba a aprender? Y para colmo nadie, pero NADIE parecía poder quedar. Le di una patada a la mochila, mierda, Leo había quedado, últimamente la llamase cuando la llamase estaba apagada o fuera de cobertura, mierda Noe con Adri, otra patada, mierda, dolor de pies. ¿Y yo? ¿A quién le importaba? La respuesta no se hizo mucho de rogar. Sonaron los altavoces de mi ordenador (también de los baratos, por cierto). Tenía un mensaje instantáneo."¿Nos vemos donde siempre, y a la hora de siempre? Será como si nunca hubiese sucedido".

Llevaba tres meses esperando ese mensaje, e intentando evitarlo, así que lo más lógico habría sido ignorarlo, desconectarse o ¡Qué se yo! Pero la alternativa resultaba demasiado tentadora. Me lo debía a mi misma. Y con una sonrisa y sin miedo a sentir salí a la calle. La noche prometía. Sergio.






domingo, 29 de mayo de 2011

Cap. 2: ¡Carpe Diem!

Cap. 2: Carpe diem!


Me despertó el sonido del vibrador de mi teléfono móvil, e hice un esfuerzo sobrenatural para sacar los pies fuera del calorcito de mi colcha. Los apoyé sobre el suelo y un escalofrío me recorrió la espalda. Abrí la tapa del móvil. Un mensaje de texto. Noelia. Mierda, Leo me había dicho que le ocurría algo y yo no había hecho ni por preguntar. Menuda amiga. Marqué su número y pulsé el botón de llamada, la voz de Noelia me respondió al otro lado del auricular.
-¿Eva? Te he estado llamando toda la tarde.
-Ya lo sé, aquí me tienes, ¿qué es lo que te ocurre?
La única respuesta que obtuve fue un acallado sollozo. No me lo podía creer. ¿Noe llorando? no podía ser. Ella era la fuerte del grupo, la que te cedía un hombro y la que te ayudaba cuando algo te iba mal. Fuera lo que fuese. Ella estaba ahí. Ese tipo de cosas encajaba perfectamente con su personalidad. Segura y decidida. Reaccioné tratando de calmarla.
-Noe, escúchame, ¿qué ha pasado?
-E... no puedo contártelo así como así... ¿podríais acercaros a mi casa? quiero decir, Leo y tú.
Medite mis posibilidades. ¿Qué le iba a decir? Por muy mal que me hubiese dejado el haber visto de nuevo a Sergio yo había tenido tres meses y su ayuda para superarlo. Ahora me tocaba a mí ofrecérsela.
-Por supuesto, ya voy. Dame media hora. En cambio Leo... no creo que la veamos aparecer, está con alguien. Avísala de todos modos.
-Gracias Eva.
Se cortó el teléfono. Me metí en la ducha y me lavé el pelo lo más rápido que pude, siempre repitiéndome a mi misma que Noelia me estaba esperando. Baje las escaleras y cerré la puerta sin hacer ruido para no despertar a mi madre. Para una vez que podía dormir tranquila no la iba a despertar.

Noelia Casado estaba tirada en el sofá. Literalmente. Tenía el móvil sujeto en la mano y ya lo llamaba simplemente por acto reflejo. Ya sabía lo que iba a escuchar. Estaba apagado o fuera de cobertura. No solía ser controladora con lo que hacía, pero hasta en las mejores parejas se encendía la llama de la duda. Llamaron a la puerta.

El ascensor estaba roto, y como siempre había tenido que subir seis pisos a pie. Algo horrible. Llamé al timbre y una Noe decaída abrió la puerta. Iba arrastrando los pies, y tenía los ojos hinchados por el llanto, aunque era evidente que había intentado arreglarse, al parecer no había obtenido un gran éxito.
-Hola, pasa.
Su voz de camionero también daba otra clara idea sobre lo que había estado haciendo durante las últimas horas. Entré y me senté en el sofá dispuesta a hacer mejorar la situación, pero se me escapaba de las manos. Noelia ya estaba llorando y aun no había dicho ni una sola palabra.
-Para, para, Noe. ¿Qué ocurre?
Entre sollozo y sollozo alcanzó a balbucear.
-Es... es... él.
De modo que era “él”. Su novio, llevaban juntos casi tres años y parecían un auténtico matrimonio. Todo tan  formal... Eran completamente independientes, y su relación no era una novedad para nadie. Sus padres se conocían en incluso salían todos juntos a cenar. Algo fuera de lo común. Habían crecido y madurado juntos, él había sido su primer chico y ella juraba que también sería el último.
Intenté sacarle algo más pero sin presionar, para que no se volviera a venir abajo.
-Habéis... ¿roto?
Pronuncié la última palabra tímidamente, con miedo a escuchar su reacción.
-¡No! No es eso,-parecía que la simple idea la aterraba- es sólo que me parece que hay... más.
No pudo decir más, el timbre volvió a sonar y Leo apareció en la puerta. Entró resueltamente. Su cara recordaba a algo a punto de explotar. Tendría un millón y medio de preguntas por hacer.
-¿Y bien?- dijo -¿qué es lo que me he perdido?
-Pregúntale a ella, yo aún no he averiguado mucho.
Los ojos de Leo se posaron sobre Noelia esta vez. Ésta le sostuvo la mirada y nos dijo.
-No se muy bien, pero creo que hay alguien más. Llevo notándolo raro mucho tiempo y últimamente he ejercido mis labores como detective. Estoy prácticamente segura.
No supe como reaccionar; pero Leo sí. Soltó una carcajada. Noe y yo nos quedamos mirándola, buscando una explicación a su repentino cambio de humor. Ella se encogió de hombros y nos volvió a dar una muestra de su filosofía de vida.
-Noe, ya te lo he dicho millones de veces, ¡miles de millones de ellas! pero nunca has querido escucharme. Todos quieren lo mismo, sin excepción. S.E.X.O. Tú no quieres dárselo. Él busca otra. Simple. Eficaz. Es ley de vida, yo hubiese hecho lo mismo. Joder tía ¿qué edad tiene? ¿Diecisiete? Es normal que el chico tenga ganas. ¡Por Dios santo lleváis tres años juntos!
-Leo que llevemos tanto tiempo no significa necesariamente que tengamos que...
Leo volvió a demostrar sus dotes para interrumpir y comenzó a gritar por encima de su amiga.
-¡Sí Noelia, sí! ¡Sí significa eso! es algo natural, no se por qué te empeñas en montar un drama con todo esto. ¿Virgen hasta el matrimonio? Allá tu, pero recuerda que ya te lo advertí, pero no me harás ni caso y volverás llorando, y entonces, no intentes buscar en mi ningún tipo de comprensión porque ya sabes que él tendrá la razón desde mi punto de vista. ya me conoces. ¡Carpe Diem!
Y dicho esto recogió sus cosas y salió de la habitación. Noelia me miró. Sus ojos pedían un abrazo, no iba  anegarme. La sostuve durante un buen rato. Fue un abrazo silencioso. Bruscamente se separó de mí y murmuró.
-Eva ¿crees que sería capaz? ¿Adrián podría haberme hecho algo así?


capítulo 1. Daños colaterales


cap.1:   daños colaterales.

A cada segundo que pasaba parecía que el reloj iba más y más lento, hasta había momentos en los que juraría que estaba totalmente quieto. Un constante zumbido me taponaba los oídos mientras que un murmullo se hacía cada vez más insistente, y justo cuando ya parecía que no podía haber más tensión en el aire sonó el timbre.

Rápidamente todo el mundo estaba apelotonado en la puerta, yo me tomaba mi tiempo, al fin y al cabo iba a tener que esperar a Leo. Leo, dios... seguro que andaba por ahí mirando culos. Casi al momento vi aparecer su gracioso cuerpecito esquivando a la gente. Su sonrisa me demostraba que en lo referente a los culos... este fin de semana no iba a contentarse tan solo con mirarlos.
-Buenas Eva, ¿que tal?
-joder, ni que no nos hubiéramos visto en un mes. Te perdí hace unos 5 minutos. A veces me gustaría saber que es lo que haces cuando desapareces así.
Leo abrió la boca para contestar pero fui más rápida.
-¿Sabes? Ahórratelo, de repente no estoy muy segura de querer saberlo.
Las dos nos callamos, silencio, algo muy superior a Leo.
-¿Sabes E? Deberías empezar a sacarte a Sergio de la cabeza.
Me limité a asentir.
-Hoy he hablado con Álvaro. Vamos a quedar mañana por la noche.
De modo que no me equivocaba demasiado con respecto a sus planes para el fin de semana.
-... te podrías venir, y además si le digo que vienes seguro que llama a un amigo y oye, pues a lo mejor...
-Leo.... ¡Leo! para, no quiero ningún amigo, y tampoco quiero estropearte la cita con Álvaro.
-Eva sabes que no me importa.
-También tú sabes que a mí tampoco.

Mientras caminábamos le iba dando pataditas a las piedras, alguna que otra vez con más fuerza de la cuenta, intentando sacar de una vez por todas mis preocupaciones, intentando alejarlas, espantarlas. Por raro que pudiese parecer que Leo se fijara en algo que estuviese más allá de sus pestañas, lo advirtió.

-E... ¿de verdad que no te ocurre nada? quiero decir... te lo he preguntado mil y una veces hoy pero, me parece que no eres del todo sincera.

No, no se lo podía contar, no le podía contar a mi mejor amiga que en los últimos tres meses, detalles de mi vida que nunca antes me había cuestionado se habían puesto patas arriba, no le podía decir que el mundo se me venía encima. En lugar de decírselo solo me salió:
-Lo sé. Siempre te voy a contar todo.
-Bueno pues aquí me quedo, que tengo una cita.
-¿Otra? ¿Con quién?
-No le conoces. Ah! una cosa...
-¿Si?
-Deberías hablar con Noelia.... me parece que le pasa algo. Sácale sea lo que sea de la cabeza. Ella confía en nosotras... y ya sabes, ¡mi cita me espera!


Dicho esto, me lanzó un guiño que hizo que sus rizadas y (apegotonadas por el exceso de rimmel,) pestañas se uniesen por un microsegundo y dio por terminada la conversación, ya estaba, me pasaba a mí todo el marrón, si Noe estaba mal ahí estaba Eva, que ella no se iba  a mojar. Continué caminando hasta casa a pesar de poder haber cogido el autobús como solía hacer, había momentos en los que andar sentaba de maravilla. Necesitaba pensar, además ¿qué me había dicho Leo sobre Noe? Solo ella era capaz de decir algo así y luego marcharse como si nada. Solo ella era capaz de eso... y de perder la cuanta de los chicos con los que se acostaba, pero a decir verdad eso no venía mucho a cuento. ¿Qué le ocurriría a Noe? Ya me ocuparía de ello más tarde que antes estábamos mis problemas y yo.

Sergio llegaba tarde, en realidad tardísimo, no podía explicarse como podía habérsele pasado lo de esa cita, ¡Con la importancia que ella le daba a esos detalles! Casi por instinto, su mente ya estaba maquinando la excusa perfecta, aunque por otra parte sabía que dijera lo que dijese iba a ser en vano. A ella le daba igual lo que los demás tuviesen que decir; ella siempre tenía razón. Todo lo contrario a Eva.

El sol me daba de lleno en los ojos y el sudor empezaba a resbalarme por las sienes, me faltaba aun un buen trecho para llegar a casa y ya me había jurado a mí misma que otro día me lo pensaría dos veces antes de declinar definitivamente la idea del autobús. Me rugían las tripas de hambre y el dolor de pies iba en aumento, cuando lo vi aparecer. Iba corriendo, parecía que, como de costumbre llegaba tarde para algo, o tal vez para alguien. Bajó los escalones de tres en tres y cruzó la carretera sin detenerse a mirar el tráfico. Desapareció con la misma rapidez con la que había llegado, pero el mero hecho de verlo después de tanto me hizo derrumbarme por completo. Había sido tanto para mí que costaba creer que ya no estuviera ahí. De pronto mi casa pareció estar muchísimo más lejos que antes.


Mientras tanto él seguía corriendo. Pero ya no pensaba en una excusa. Ahora tenía algo mucho más gordo de lo que preocuparse. Eva. Había sido muy raro, verla aparecer así, después de tres meses. Estaba igual que siempre, sólo le había faltado sonreírle, pararlo e interrogarlo como sólo le estaba permitido hacer a ella. Sergio estaba completamente seguro de que lo había visto, pero no había hecho nada por volverse, por entablar algún tipo de conversación. Nada. Con todo lo que había sido para él que ya no estuviese ahí parecía imposible. Claro, que él tampoco había hecho ningún gesto por acercarse. Se paró en seco. Eso podía cambiar. Dio media vuelta y empezó a correr para alcanzarla. Que se enfadase su chica. Una cita con ella no le iba a devolver a "su Eva". Aligeró el paso al máximo, siendo consciente de que debería haber hecho eso mucho antes. Mientras se entregaba a la carrera las tres letras de su nombre resonaban cada vez más entre las paredes de su cabeza, y cuando la vio no pudo evitar gritarlas.

-¡EVA!


-Pero Leo... ¿Estás segura?
-Venga ya, tú también ¿no?
-Si, pero...
-¿¿¡¡Pero qué joder Adri!!??
El tono de Leo demostraba que era una pésima actriz. A Adrián le encantaba cuando se ponía así, conseguía quitarle todo de la cabeza, incluso el hecho de lo que estaba haciendo.
-¿Y ahora qué?
La voz  impaciente de Leo consiguió sacarlo de su ensimismamiento.
-No he traído ninguno.
-¡Bah! por una vez...
-Pero Leo... ¿te das cuanta de que podrías...
-¡¡Shh!!
Leo le colocó un dedo sobre los labios y con toda la picardía del mundo le dijo al oído:
-Eso tan solo serían... daños colaterales.
Leo le sonreía, Adri se derretía, y los dos cayeron sobre la cama, sin preocupaciones, que de esas ya se ocuparían más adelante.


-¡¡¡EVA!!!

Mierda, jamás me había afectado tanto oír a alguien pronunciar mi nombre. Hice como que no había oído nada, pero yo conocía a Sergio incluso mejor que él mismo, y sabía que no se iba a rendir tan solo por haber sido ignorado una vez.
Seguimos caminando y la distancia entre los dos se recortaba cada vez más, hasta el punto en el que pude sentir su aliento en mi nuca.
-Perdóname Eva.
Fue entonces cuando me giré, y con cara inexpresiva y voz de autómata pronuncié las palabras que tanto había ensayado y que, aun así seguían sonando artificiales.
-No, Sergio, NO te perdono.
Y eché a correr, sin parar a ver el efecto que surtían sobre él. Dos gruesas lágrimas habían conseguido vencer la barrera de mi orgullo y ahora desfilaban por mis mejillas sin que nadie tratase de detenerlas. Entré en casa y me encerré en mi habitación con un portazo y la intención de no salir de ella en mucho tiempo. Me derrumbé sobre la cama y ya no reprimí más mi llanto. Alguna vez alguien me había dicho que si era por una buena razón, hacerse daño a una misma serían simplemente daños colaterales. Pero aún así dolía.



sábado, 28 de mayo de 2011

Mi cajón desastre.

Soy un completo desastre:
Desordenada
Soy oficialmente una chica de ciencias...
pero en mi cabeza soy muy muy de letras.
Soy una escritora en funciones,
no tan buena como me gustaría... 
Pero soy así.
La hija de mi madre
futura políglota.

Sueño con
vivir en Noruega
Ser una escritora REAL
actriz con público diferente a mi propio reflejo
hablar tantos idiomas como para hacerme un nudo en la lengua
Conseguir que alguien que no sean mis dos mejores amigos lean lo que escribo